El ejercicio físico somete al organismo a un estrés adicional al
habitual de la vida diaria que puede perjudicar o desestabilizar procesos patológicos
que contraindiquen la práctica deportiva. Por otra parte, las pruebas de
esfuerzos deben aportar al deportista datos que le permitan planificar y
mejorar su entrenamiento para optimizar su rendimiento deportivo.
Las pruebas de esfuerzo suponen una herramienta fundamental para
la valoración del deportista desde dos puntos de vista: a) tutela del estado de salud de los atletas mediante
la prevención y el diagnóstico precoz, y b) apoyo científico-médico al proceso del entrenamiento.
El ergómetro más utilizado para valorar VO2máx y la capacidad
aeróbica es la cinta rodante, ya que la carrera es un gesto biomecánico natural
que no requiere habilidades motrices especiales, siendo un ejercicio dinámico en
el que se movilizan grandes grupos musculares. No obstante, la moderna
valoración funcional tiende a la realización de pruebas de esfuerzo,
reproduciendo el gesto biomecánico del deportista para favorecer la motivación
del mismo y buscar la mayor especificidad y aplicabilidad en la valoración.
Las indicaciones actuales para la realización de prueba de esfuerzo en
deportistas son las siguientes:
- Valoración de deportistas con sospecha de cardiopatía o cardiopatía diagnosticada como indicación de aptitud para la práctica deportiva.
- Deportistas con alteraciones electrocardiográficas basales con objeto de establecer su relación con el entrenamiento físico.
- Evaluación de la capacidad funcional en deportistas de competición, prescripción de cargas de trabajo y valoración de la progresión tras un programa de entrenamiento físico.
- Deportistas con sospecha de asma inducida por el ejercicio.
- Deportistas asintomáticos, mayores de 35 años y con dos o más factores de riesgo, como valoración de la aptitud para la práctica deportiva.
- Deportistas asintomáticos menores de 35 años con historia familiar de muerte súbita inexplicable relacionada con el ejercicio en familiares de primer grado jóvenes.
La prueba de esfuerzo tiene unos datos de seguridad excelentes.
El riesgo depende de las características clínicas del paciente que se somete a
la prueba. En los pacientes no seleccionados, la mortalidad es inferior al
0,01% y la morbilidad no supera el 0,05%.
Referencias:
Guías
de práctica clínica de la Sociedad Española de Cardiología en pruebas de
esfuerzo. (Rev Esp Cardiol 2000; 53: 1063-1094).
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